lunes, septiembre 18, 2017

Somos la rana acostumbrada - Martín Caparrós

Fragmento de "La culpa es de nuestra generación", un genial texto de Martín Caparrós, pleno de confesones, a propósito de sus 60 años. Pueden leerlo completo en el New York Times.

«Cada vez más conductas anormales nos parecen normales: nos parece normal que tantos coman poco, que tantos vivan mal, que tantos mueran antes, que la violencia —verbal o física— sea nuestra manera; nos parece normal que nos engañen. Hace un mes, en una tribuna de fútbol, un muchacho reconoció al señor que, al volante de un coche a toda máquina, había matado a su hermano. Lo interpeló; el homicida, para sacárselo de encima, gritó que el muchacho era hincha del equipo contrario y se lanzó a pegarle. Se le unieron muchos. Emanuel Balbo trató de escaparse pero no lo consiguió: se cayó, se mató. Ya muerto, derramado en el suelo, hinchas seguían insultándolo por ser, decían, del equipo contrario. Y alguno le robó las zapatillas.

»Y entonces dos o tres dijeron que era intolerable, y todos toleramos. Avanzamos por el camino de la rana: nos metieron en el agua tibia y nos la fueron calentando poco a poco y, con el tiempo, nos acostumbramos a vivir en un país que hierve; o casi hierve, porque tampoco es que haya suficiente gas.

»Somos la rana acostumbrada; somos, al fin y al cabo, gente que resopla. (Resoplar, decía el otro, solo sirve si después se sopla. Si no, se queda en el berrinche; y el berrinche es la costumbre más argenta). Resoplamos y nos armamos un país a imagen del resoplo: un país que se grita cosas para sacarse el malhumor pero que está tan pagado de sí mismo, tan engañado de sí mismo que le pudo creer a aquella presidenta que dijo que tenía menos pobreza que Alemania. Un país que sigue imaginando que tiene un lugar en el mundo. Un país que trata de no ver lo que es. Nos ayuda, si acaso, ese mérito que no nos abandona: seguimos poniendo caras en la camiseta universal. Si antes fueron Ernesto Guevara o Eva Perón, después Borges o Maradona, ahora es Jorge Bergoglio: la proporción de personajes globales que produce la Argentina no tiene relación con su papel en la cultura y la economía del mundo. Aunque ahí hay algo que quizá nos defina: ser grandes de la máscara.

«O mejor llamarlo por su nombre: la careta. Es difícil, por ejemplo, negar que los más exitosos de nuestra generación son esos dos cincuentones que el 90 por ciento de los argentinos votó, hace año y medio, para que nos mandaran. Es difícil soportar que nuestros jefes sean un señor que no habla cuando habla y otro que miente incluso cuando calla: dos señores de tan pocas luces. Y que otros estandartes sean un exfutbolista que fue extraordinario y se convirtió en un jubilado triste, y un músico que fue extraordinario y se convirtió en un jubilado triste. Mauri, Daniel, Diegote, Charly. Máscaras, lo nuestro son las máscaras. Y, cada vez más, los jubilados tristes.

* * * 

»Somos muy mediocres. O, por lo menos: nuestras acciones públicas son tan mediocres, producen resultados tan mediocres.

»En algunos años, algunos libros contarán —si es que hay libros todavía, si es que hay una Argentina todavía— que la nuestra fue la generación más fracasada de la historia del país. Que fuimos nosotros —no harán diferencias, hablarán de todos nosotros— los que lo llevamos a este punto. Por supuesto, la generación siguiente puede disputarnos la corona, pero creo que nos reconocerán la importancia de haber hecho camino...»

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