Tomado del blog de Petra Llamas García
»Lamentablemente, con esta idea están creciendo todavía muchas generaciones, oponiéndose a lo que posteriormente encontrarán en los trabajos que les toque desempeñar. En las empresas nadie valorará el proceso, serán evaluados por los resultados y les exigirán que esos resultados tengan calidad y sean realizados con eficiencia y eficacia. En estos casos no servirá de nada que inicien una discusión con su jefe y aleguen que se trataba de cumplir porque seguramente no tendrán muchas más oportunidades. El poeta estadounidense, Henry Wadsonrth Longfellow, diría eso de: “Se tarda menos en hacer una cosa bien que en explicar por qué se hizo mal”.
»Paradójicamente las nuevas corrientes pedagógicas presumen de hacer “competentes” a los alumnos y de ser muy prácticas, lo cual en teoría facilitaría el proceso de incorporación al sector productivo, pero en la realidad dista mucho de ser así. La realidad es que se están formando personas que no han desarrollado suficientemente el valor del esfuerzo y desconocen la importancia de hacer las cosas bien. Las consecuencias ya las están viviendo porque muchos de estos jóvenes no aguantan la presión y ruedan de una empresa a otra esperando el trabajo ideal y tal vez lo encuentren en el sector público, donde parece importar más el cumplir que el hacerlo bien—.
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